Estamos hartos de lo que dicen los vendedores, los reporteros amarillistas, los políticos, etc... ya sabemos que su palabra no vale nada.
Pero cuando Dios habla, la cosa es distinta: aquella Palabra por la cual el Cosmos entero fué creado, nos habla en la Biblia y entonces hay que prestarle toda la atención y obediencia, porque es Palabra de Dios.
Y he aquí que la Palabra de Dios se encarnó en María de Nazaret. Cuando Jesucristo habla, su Palabra Todopoderosa, Palabra Divina, calma tempestades, cura enfermedades, resucita muertos.
Y esa misma Palabra, nos dicta las Bienaventuranzas, nos ordena el amor al prójimo, condena al mundo y sus criterios, nos advierte en contra del pecado y las riquezas.
Es la Palabra Encarnada de Dios, Jesucristo, quien instituye los Sacramentos, funda la Iglesia Católica en los Apóstoles y nos promete la Vida Eterna. Más nos vale escucharlo.