Dicen que el novio "no vió" y la novia "no veía" y después de un noviazgo más o menos romántico y en muchos casos muy erótico, aquellos que se juraron ante un altar amor eterno, se dan cuenta de que todo fue un terrible error y recurren al divorcio.
Pero la cosa no termina ahí, pues pasando el tiempo, rehace su vida cada quien por su lado con otra pareja ya sin casarse por la Iglesia, llevando en su conciencia el peso del adulterio que les impide la recepción de los Sacramentos.
Cuántos en este caso desearían ser solteros otra vez y ahora sí, casarse como Dios manda y puede darse el caso de que aquel primer Matrimonio a pesar de haberse realizado en un templo católico, en realidad no fue tal por algún defecto perfectamente codificado en las leyes de la Iglesia.
En ese caso, el Tribunal Eclesiástico simplemente dictamina la nulidad de aquella ceremonia, declara que no hubo Matrimonio y por lo tanto ambos son libres para casarse sacramentalmente. Vale la pena investigar si es que el primer error tiene remedio.